Auto-
Museo Experimental EL ECO, Ciudad de México.
Curaduría: Guillermo Santamarina.
Texto para la exposición-
El edificio de El Eco es una escultura de Mathias Goeritz que se reinventa periódicamente. Sus visitantes y sobre todo las acciones de los artistas invitados a reconfigurarlo devuelven su esencia; retoman las reglas del juego que su autor planteó hace más de cinco décadas, y animan las venas para su latir constante. Con el proyecto del artista y arquitecto Francisco Ugarte (Guadalajara, Jalisco, 1973), se anuncia una expedición dimensional, retorno a las estructuras y esquemas que devienen de la observación del entorno arquitectónico, pero también un paseo por la dilatación de los planos abstractos y la geometría que Goeritz sembró acorde a sus reflejos estéticos.
Auto- es, como lo denomina Ugarte, el ejercicio transdimensional que se desliza con la instalación de espejos en el patio de El Eco, pretendiendo profundizar la percepción de los espectadores en función a los puntos geográficos donde éstos ubican sus miradas. Al mismo tiempo, expandiendo las facultades cerebrales, intenta una orquestación que subvencione el reconocimiento de todo género posible de irradiaciones.
El ejercicio recuerda otras investigaciones similares. Por ejemplo un capítulo de la experimentación de Michelangelo Pistoletto (Biella, Italia, 1933), uno de los artistas más relevantes del arte povera, que justifica la utilización de los espejos dentro de la obra de arte con una clarividente frase: “he adoptado el recurso del espejo porque uno debe asumir la responsabilidad de conocerse”, verse a uno mismo como parte de un todo integrado, en un esfuerzo por vincular el carácter simbólico que implica la reproducción de la imagen como cimiento de autocuración y, en efecto, progreso de los límites sociales.
También recuerda a las refracciones de Dan Graham., uno de los padres del land art, donde un paisaje parece licuarse con,la topografía exterior y las disposiciones en planos interiores, o las amplitudes de la luz pública que se funden al resguardo de un cosmos privado.
O el desplazamiento de espejo en Yucatán de Robert Smithson en 1968, donde la concepción del paisaje se traduce como los incidentes del viaje del espejo mismo.
Existen muchos más ejemplos. Algunos integrados a mitología milenaria, a narcisismos, a quimeras reveladoras, a leyendas catastróficas, o incluso hacia otros modelos de autorreflexión, integrando sus signos en el conciliador esclarecimiento de lo que para la psicología es la sublimación: uno de los mecanismos de defensa de la psiquis, que consiste en cambiar el objeto pulsional , del deseo, del sujeto por otro objeto, desexualizándolo para hacerlo pasar a través de la conciencia, ya que todos nuestros deseos son reprimidos e instalados en el inconsciente. La sublimación es como una forma de engañar a nuestra conciencia para llevar a cabo el deseo sublimado. De esta forma se deriva el deseo y se realiza, o se intenta, por otro camino, como por ejemplo mediante tareas de prestigio social: arte, religión, ciencia, política, tecnología...
La instalación de Francisco Ugarte conduce a premisas constantes dentro del campo de la filosofía: el mito de la caverna descrito por Platón en el VII libro de La República, el cual explica metafóricamente la situación en que se encuentra el ser humano con respecto al conocimiento.
Auto- es, visto desde un plano físico, un fenómeno tautológico que pretende ampliar sus espacios (de manera virtual): generando una posible arquitectura dentro de la ya existente; proponiendo un recorrido alterno que devenga del desplazamiento individual de quien la transite, apuntando hacia una situación extra- ordinaria, y conquistando un escalón más en nuestras escaladas de introspección.
Guillermo Santamarina.