I wish I could paint a beautiful landscape

2011

Espacio Marte, Ciudad de México.

Texto para la exposición-
Francisco Ugarte (Guadalajara, México, 1973) ha pintado un hermoso paisaje al afirmar y comunicar su incapacidad para hacerlo. Paradójico, en efecto, mas la aceptación de dicha limitante ha expandido de manera significativa su campo de acción y le ha otorgado la posibilidad de experimentar y reflexionar en torno a un fenómeno estético y existencial que ha sido medular en la historia del arte, el pensamiento filosófico y la creación literaria: el paisaje.

La presente muestra reúne un conjunto de obras que, bajo diversas técnicas, soportes y disciplinas, indaga aspectos formales y conceptuales de este género desde una perspectiva contemporánea. En primera instancia resulta ineludible, dado su magnética composición cromática, el trabajo titulado 8 de agosto (2008). Allí, en esta serie fotográfica cuyo formato cuadrangular remite a una transparencia, apreciamos, de manera secuencial, la metamorfosis de un mismo paisaje en distintos momentos del día. Nada más elemental y cotidiano y, sin embargo, fascinante en el sentido más amplio del término. Los cambios de luminosidad, las texturas del agua y los reflejos en la superficie, las sombras, los volúmenes de las nubes, entre otros meteoros, ofrecen un “extraño” espectáculo para el hombre citadino. Al respecto, es curioso recordar que, desde 1767 el filósofo Denis Diderot estableció que los habitantes de las metrópolis colgaban paisajes en las paredes de sus salones para compensar la pérdida de la naturaleza.

Por otro lado encontramos nueve imágenes de Terregal (2011) un video que registra el paso de una efímera polvareda. Aquí, como en el resto de sus obras paisajísticas, Ugarte nos sitúa en un punto fijo, en el sitio mismo donde él enfoca la mirada y sin ninguna especie de alteración temporal o efecto tecnológico. El polvo parece entonces ocupar el interior del propio marco, de estar ahí, todavía suspendido. A lo lejos, al igual que en la polisémica obra Conciliábulo, percibimos el único rastro de la presencia humana en las piezas de esta exposición: una pequeña y precaria cabaña rural. Destaca asimismo, la fotografía titulada Nube (2009) y el delicado guiño que ésta establece con el célebre óleo Estudio de nube (1832) de Johan Christian Dahl, padre de la pintura romántica noruega.

Por último, resulta pertinente subrayar que Ugarte entreteje en esta muestra un sugerente diálogo visual e intelectual con dos figuras de la cultura mexicana y, en particular, jalisciense: Juan Rulfo y Gerardo Murillo -Dr. Atl-. Así, la presencia de estos tres personajes; Atl, Ugarte y Rulfo desata un sinnúmero de interpretaciones, conexiones paisajísticas y acertijos conceptuales propios del arte contemporáneo.

Víctor Palacios.